Además de la función meramente
decorativa, los colores desempeñan un papel psicológico fundamental en las
personas, ya que tienen infinidad de efectos ante el ojo humano. Los colores pueden evocar recuerdos y provocar
diferentes sensaciones y emociones que influyen en nuestros estados de ánimo. Es
verdad que cada persona es diferente y que dos personas pueden tener distintas
sensaciones frente a un mismo color, pero existe un color-efecto común general.
Se sabe que los colores claros siempre
aportan más luminosidad y amplitud a los espacios, mientras que los más oscuros
los reducen, debido a que no reflejan la luz. Sin embargo, existen múltiples
opciones para cada caso. En este GureConsejo os vamos a ayudar a distinguir qué
colores pueden ser los más y menos adecuados para cada una de las estancias de
nuestra vivienda.
Salón – comedor
El salón y el comedor suelen ser
los puntos neurálgicos de la actividad familiar, de modo que son las estancias
que más combinaciones de color permiten. Por ello, son las estancias más
adecuadas para implantar colores llamativos que nos vamos a encontrar.
Colores como el turquesa, que facilita
la comunicación, o el amarillo, que aporta energía y alegría y posee la
cualidad de estimular la mente pueden resultar muy favorecedores para estos
espacios. Los colores neutros también tienen cabida en estas estancias, ya que
colores como el beige o el marrón aportan un equilibrio y una calma que ayudan
a canalizar el estrés.
Una buena opción es la de
combinar colores claros con otros puntos de color más llamativos, bien con el
mobiliario y los accesorios, o pintando una de las paredes de un tono más
fuerte.
Dormitorio
El dormitorio suele ser el
espacio donde nuestros gustos y nuestra personalidad se ven más reflejados. Además,
es la estancia de la vivienda que más cambia con la persona y el paso de los
años, ya que un niño no tiene los mismos gustos y sobre todo necesidades que un
adolescente o una persona adulta.
Sin embargo, no hay que olvidar
que el dormitorio es ante todo un lugar de descanso. Por ello, colores fríos
como azules o verdes son los más recurrentes en estos espacios, ya que
transmiten paz, tranquilidad y armonía, aunque hay que tener cuidado con la tonalidad.
Mucha gente huye de ciertos tonos de verde por su parecido a los centros
médicos.
Los tonos pastel,
independientemente del color, transmiten calma y ayudan a que los espacios
resulten acogedores. Los colores neutros, como el beige, el gris o el blanco,
reflejan ambientes serenos que con los contrastes adecuados crean dormitorios
modernos y elegantes.
Cocina
La cocina, al igual que el salón y
el comedor, es un lugar de gran actividad, comunicación y energía, por lo que
deberemos evitar los colores que inviten al descanso o al relax. Aquí ya no
solo las combinaciones son infinitas, sino que pueden ser mucho más
arriesgadas.
El blanco es un color que no se
puede olvidar en la cocina, ya que produce una sensación de pureza y limpieza,
cualidad que siempre debe primar en un lugar como este. Sin embargo, se puede
aportar color e intensidad para favorecer la actividad con elementos como el
mobiliario, los electrodomésticos o los accesorios. Además, colores cálidos como
el rojo, amarillo o naranja abren el apetito. Ahora de cada uno depende
emplearlos o precisamente por eso, prescindir de ellos.
Baño
La sensación de limpieza siempre debe
ser lo prioritario en un baño, del mismo modo que ocurre en la cocina. Por
ello, es blanco es uno de los colores más recomendados, en este caso ya no solo
por la limpieza, sino por la luminosidad que aporta a las estancias. No todo el
mundo puede presumir de tener un baño de tamaño considerable o incluso, con ventilación
natural que aporta luz al espacio. Por tanto, deben predominar aquellos colores
que aporten claridad y amplitud.
Las combinaciones aquí también pueden
ser muy variables, pero las dejaremos en manos del mobiliario, los accesorios o
los elementos textiles.
Aun así, no solo hay que tener en
cuenta a qué habitación estamos destinando cada color. El tamaño de la estancia,
por ejemplo, es un elemento fundamental: un espacio de grandes dimensiones
siempre nos permitirá más opciones que un espacio pequeño, donde primará buscar
colores y tonos claros, que reflejen la luz dando una sensación de mayor
amplitud.
Lo mismo ocurre con la
luminosidad propio de cada estancia. Debemos recordar que los colores oscuros
no reflejan la luz y por tanto, reducen los espacios. Una habitación luminosa
siempre resulta más espaciosa y acogedora.
Y por último, no debemos olvidar
que no sólo las paredes forman el espacio. El mobiliario y los elementos decorativos
juegan siempre un papel fundamental para poder completar el efecto deseado.
El secreto está en que nuestra
vivienda refleje los gustos y las necesidades de cada uno en cada una de sus
estancias. Y para gustos los colores.